AQUEL VIEJO LUGAR

Al hermoso consuelo de encontrar el mundo en un alma amiga. 
 De sonreír y compartir con una criatura radiante. 

HORDELIN 

A un encantado y cálido pueblo santandereano, identificado por su alegría e historia, ha llegado una joven mujer, procedente de lejanas y bellas tierras. 

Precedida de gran boga e inusitada beldad, la exótica mujer trae consigo múltiples cualidades y diversas aptitudes: La felicidad, la tolerancia y la cordialidad. Cualidades que despiertan en ti, la más sincera confianza y la más nerviosa, pero creativa imaginación. 

Cuenta la leyenda que unos ojos candorosos en el rostro de una mujer joven, es como la floración del aromo en plena primavera.

Aromo que yace en aquel viejo lugar de ese pueblo alegre. Perfumo que te domina sin beneplácito a escapar, envolviéndote con sus brazos de fragilidad y simpatía, que dulcifican tu alma de pasión, trasladándote a un lugar más tangible y real. 

En ese viejo lugar, alrededor de aquellas cuatro paredes verdes, bajo aquella indumentaria de profesión, cerca de aquellos utensilios que atormentan, bajo la luz de aquella lámpara obsoleta y próxima de aquella ventana sucia y vieja, que te permite divisar aquel árbol antiguo y seco, en ese pueblo encantado; la belleza serpentea como oro brillante.

Belleza que te cautiva y conmueve de inmortalidad y libertad. Estando allí un momento es deleitarse con las cosas más bellas del mundo, cosas que no se ven ni se tocan, sólo se sienten con el corazón. Hablo de aquella beldad, que te transporta al éxtasis, y que en su suspirar logra al cielo elevarte.

Por eso, experimentar la eternidad, es estar allí por un instante. Observando aquellos ojos serafines, bajo la luz de aquella lámpara obsoleta, rodeado de aquellos utensilios que atormentan y alrededor de aquellas cuatro paredes, cerca de esa ventana sucia, que permite observar ese árbol seco y antiguo, en aquel viejo lugar de ese pueblo encantado.